martes, abril 25, 2006

el Hámster del señor X

Convengamos que una persona, por definición, es adaptable. Cualquier persona vivirá en cualquier situación (por jodida que sea esta) si se le da el tiempo suficiente para acomodarse. Si ponemos al señor X en una situación incómoda es más que probable que, pasado un tiempo, X se acostumbre a vivir en esa situación. En un caso extremo (dado un periodo de tiempo extremadamente largo) incluso puede que llegue el punto en que X crea que esa situación incómoda es deseable y necesaria para su dia a dia. Llegados a ese punto podemos asegurar que X acabará por morir (tarde o temprano) víctima del desencanto y la rutina.


Quizá X no se de cuenta hasta que sea demasiado tarde. Es probable que X, una hora antes de morir, recapacite y se de cuenta de que ha malgastado su vida. Puede que llegue a la conclusión de que todo aquello sobre la felicidad, el amor, el odio, y las experiencias vitales que le han estado vendiendo desde que nació era mentira. Quizá hasta se de cuenta de que la vida no es más que una pequeñísima porción de tiempo regalada por el universo, y que el único sentido que tiene es que no tiene ningún sentido. X, mientras agoniza, puede darse cuenta de que es tan improbable que una cantidad Y de átomos se organicen de manera en que sean capaces de interactuar con el universo teniendo cierta cantidad de libre albedrío o de "ahora me apetece esto", que sería una locura despreciar la porción de tiempo que se le ha regalado corriendo dentro de una rueda.

La buena noticia es que X habrá dado con la clave para ser feliz, una de la malas es que solo le quedarán 60 minutos para regocijarse con ello. La otra mala es que probablemente pase el resto de su vida arrepintiendose. Puede parecer un balance negativo, sin embargo, en su última hora X fue valiente, ya que si hubiese preferido permanecer sedado esa última hora (como le recomendaban los médicos) la buena noticia sería que X habría pasado de la inconsciencia a la muerte y la mala sería que se habría perdido la hora más intensa de su vida.

Lo único que se puede (se debe) hacer en ese periodo de tiempo prestado es interactuar con el universo de la manera que mejor nos parezca, sin ningún tipo de miedo por probar o intentar cosas. Nada es lo bastante grave, y nada es irresoluble. El tiempo corre, para bien, y para mal. No debemos perdernos corriendo en una rueda, puesto que aunque creamos que tenemos tiempo (en el fondo se trata de "toda una vida"), siempre nos quedarán cosas por hacer. Que se lo digan al señor X si no.

Cuentate algo, no?